... que si el criterio de verdad en una identidad sintética sistemática es la confluencia de diversos cursos operatorios, entonces, si dos cursos operatorios geométricos confluyen, conformarán una identidad sintética sistemática, es decir, serán verdad (ejemplo de TCC, vol. 1; pg. 168); pero, ¿no son verdaderos, acaso, ya antes de la confluencia? La axiomática geométrica escogida por el sujeto operatorio es la que hace posibles dichos cursos operatorios.
Luego, ¿qué tipo de verdad surgirá de la confluencia de cursos operatorios que añada algo a los criterios de verdad asentados por la axiomática escogida?
Por lo tanto, ¿en qué casos se podría suprimir realmente el sujeto operatorio?
Quizá no tenga que ver con la confluencia de cursos operatorios diversos, sino con eso que ocurre, por ejemplo, en el teorema de Gödel. En él, se prueba la verdad de los axiomas de la aritmética (los fundamentos de las relaciones y definiciones de los números) y, al mismo tiempo, se prueba la imposibilidad de su demostración (lo que nos conduce, curiosamente, a las exigencias aristotélicas para los primeros principios).
La aritmética es crucial, porque ella es la clave (evidentemente) para la cuantificación de las cualidades: es decir, reducir éstas a números, a cantidades.
¿Puede ser otra cosa la verdad científica que la cuantificación de las cualidades y los desarrollos demostrativos que ésta permite?
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lunes, 6 de agosto de 2007
lunes, 16 de julio de 2007
EfeméridesFuturas
Un año antes de nacer muchos de nosotros, Jean Michel Jarre publicaba Oxygène.
Ayer fue un gran día: nació Alejandro, el primogénito de Fernando Muñoz; y yo, por fin, conseguí entender los conceptos de derivada e integral, más allá de su simple utilización mecánica. Conseguí comprender la revolución que significaron Newton y Leibniz para nuestras ideas sobre la temporalidad y el espacio.
Estos días, se ha descubierto el primer planeta fuera de nuestro sistema solar que posee agua: un gigante gaseoso (como lo son Júpiter y Saturno).
Se abre en Canarias el telescopio más potente de la Tierra.
La colonización de la Luna comenzará en 2020. La Humanidad se prepara para una nueva modalidad de exilio. Para un nuevo tipo de morriña.
Hoy, una cajera de la FNAC, al ver que yo era de Ferrol, me comentaba: mejor que ser de Madrid... Ella era de Santiago. La cabra tira al monte.
A mediados de siglo, quizá alguien le comente a mis nietos: mejor ser de Mar de la Tranquilidad.12 que Terrícola...
Si a Dios no le parece mal, en 2050 tendré 73 años. Esperaré bajo la sombra de los carballos (que yo mismo habré plantado dentro de breves fechas) el regreso de mis nietos astronautas, que me comentarán la belleza bermeja de los desiertos marcianos. Yo escucharé atentamente, mientras saboreo un Albariño fresquito, en compañía de algún viejo amigo universitario.
Camino de Venus, leerán a Joseph Roth, lectura recomendada por mí.
Intentaré ayudarles a ser buenas personas, sin tener en cuenta la fuerza de gravedad que tengan que soportar sus cuerpos mejorados biotecnológicamente.
La curiosidad es bella.
La desesperación es para malvados.
Ayer fue un gran día: nació Alejandro, el primogénito de Fernando Muñoz; y yo, por fin, conseguí entender los conceptos de derivada e integral, más allá de su simple utilización mecánica. Conseguí comprender la revolución que significaron Newton y Leibniz para nuestras ideas sobre la temporalidad y el espacio.
Estos días, se ha descubierto el primer planeta fuera de nuestro sistema solar que posee agua: un gigante gaseoso (como lo son Júpiter y Saturno).
Se abre en Canarias el telescopio más potente de la Tierra.
La colonización de la Luna comenzará en 2020. La Humanidad se prepara para una nueva modalidad de exilio. Para un nuevo tipo de morriña.
Hoy, una cajera de la FNAC, al ver que yo era de Ferrol, me comentaba: mejor que ser de Madrid... Ella era de Santiago. La cabra tira al monte.
A mediados de siglo, quizá alguien le comente a mis nietos: mejor ser de Mar de la Tranquilidad.12 que Terrícola...
Si a Dios no le parece mal, en 2050 tendré 73 años. Esperaré bajo la sombra de los carballos (que yo mismo habré plantado dentro de breves fechas) el regreso de mis nietos astronautas, que me comentarán la belleza bermeja de los desiertos marcianos. Yo escucharé atentamente, mientras saboreo un Albariño fresquito, en compañía de algún viejo amigo universitario.
Camino de Venus, leerán a Joseph Roth, lectura recomendada por mí.
Intentaré ayudarles a ser buenas personas, sin tener en cuenta la fuerza de gravedad que tengan que soportar sus cuerpos mejorados biotecnológicamente.
La curiosidad es bella.
La desesperación es para malvados.
InventarLaCulpa
Inventar la culpa me suena a algo así como inventar el amor o el odio.Los judíos pensaron como nadie las formas de enfrentarse a la pesada losa del destino, esa que los griegos, tan guays ellos, se tragaron enterita sin alkaseltzer ni licor de hierbas post-yantar.Los 'oscuros judíos' no pararon hasta perfeccionar esa maravilla espiritual conocida como perdón, la auténtica salida al laberinto de la venganza eterna y el eterno resentimiento.Mientras los griegos se mareaban hasta la náusea en su eterno retorno tan chachi para la post-modernidad post-marxista, postrada, postal y postchumbarrafásica, los 'terribles semitas' seguían la luz que quiebra las circularidades agobiantes.En fin, es que me enciendo...
jueves, 7 de junio de 2007
ElInventarioDeAlmas

En tinieblas, Léon Bloy, 1917 (ElCobre Ediciones, 2006, pg. 91)
"Saber dónde estamos en lo espiritual, lo que aún puede quedar de la riqueza de antaño, lo poco o mucho que podemos esperar o temer del mañana, si es que nos es dado afrontar algún mañana; tal es la tarea que hay que emprender en un momento en que se manifiestan traiciones inconcebibles, en que se han descubierto o se sospechan las artimañas más negras por doquier, ante el enorme estupor de las gentes sencillas a quienes les gustaría suponer al menos un mínimo de pudor en los políticos y en las autoridades a las que han otorgado su confianza.Y he aquí que de repente asistimos a la más trivial de las prácticas comerciales. Y sin embargo se trata de almas, de puras y simples almas, pero se tasan, se pesan, se les pone precio cual mercaderías. Las hay que están a la venta y su número causa espanto, pero sólo unas pocas tienen salida, quedándose las más sin vender. No salen las cuentas.Hay ruinosas existencias de almas de segunda mano que nadie quiere, que amenazan con atestar los almacenes y que habrá que liquidar con pérdidas, traspasándolas a los traperos, negocio fallido, pues costaron a precio de oro. Hay otras que, sin ser despreciadas por los eventuales compradores, tienen difícil colocación, no se sabe muy bien por qué. Y otras, en fin, que se pueden contar con los dedos de la mano, que no están por suerte a la venta y que despiden con cajas destempladas a los compradores, cualquiera que sea la oferta. Artículos rarísimos merecedores de premios en exposiciones universales o dignos de exhibirse en escaparates, dada la necesidad de llamar la atención de la clientela.A pesar de ser inmortales, hoy sólo se toma a las almas por mera mercancía, buena o mala, de mediana o de pésima calidad, ruinosa o lucrativa; se han convertido en materia de especulación para la mayoría y son la levadura de la astucia más aplicada, pues el diablo se aloja en el vientre de los especuladores. Se trata de un negocio tan antiguo como el mundo, pero que ha crecido extraordinariamente, generalizándose desde hace tres años por obra del ejemplo y el trato de los alemanes. No obstante, lo reitero, se necesita una profunda astucia.Se da el caso de pagar en exceso por una alma cualquiera de la que nos encaprichamos y que no podremos colocar a un chalán alemán, pues hasta los boches más brutos conocen el paño. La menor insinuación de belleza, la más mínima tacha de virtud, se les revela al instante.Otras veces creeremos aprovechar la ocasión única que proporciona el apremio de una liquidación aparente anunciada a bombo y platillo, maniobra audaz de un estratega de la especulación que inunda el mercado con cantidades increíbles de género devuelto.Comprenderemos al punto que el comercio de almas es extremadamente peligroso para el crédito. Los mismos boches pueden sentirse defraudados, pues las almas son en ocasiones mercancía viva, dispuesta a la acción y a vengarse de sus explotadores. "¿Cómo quiere que ese hombre no sea rico? -dijo alguien de Talleyrand-; ha vendido a todos cuantos lo han comprado", aunque, dicho sea de paso, cuesta mucho suponer un alma a Talleyrand, pero el término tiene alguna importancia y merece ser meditado.El inventario que imagino sin aconsejarlo a nadie es en verdad lo más complicado que hay en el mundo; tanto es así, que sólo Dios es capaz de hacerlo, justamente Dios que no tiene la condición de comerciante. Resulta incompatible con su eternidad. No teniendo principio ni fin, las operaciones a plazo le están vedadas, y no hay más que decir.Una sola vez rescató todas las almas, sin hacer acepción, y cada una de ellas a un precio exorbitante, dejándoles, es cierto, la libertad para revenderse a sí mismas cual reses desahuciadas. Asistimos hoy a la feria sin igual de las almas, en la que no podemos esperar encontrar a Dios. ¿Cómo podría Él estar presente? Con lo que se comercia es con la Sangre de su Hijo, la preciosísima Sangre de su Hijo derramada para la salvación de todo el género humano. "En mi Agonía, pienso en ti, esa gota de sangre va por ti." Esa gota que veía el pobre Pascal no es sino el precio de cada una de las almas de los hombres. Chicas o grandes, por todas ha habido que abonar un precio exorbitante. El alma de un necio o de un pillastre, el alma de un espía o de un traidor que se cree pagado con una suma ínfima, tiene un valor real infinitamente superior al de todos los mundos juntos, y Dios no tiene nada que hacer con ese populacho mercantil que le ultraja vilipendiándolo hasta el horror.Él permanece en su cielo, escuchando el cántico sobrenatural de María, el canto eterno conocido como Magnificat, con el que esta Madre que contiene su Brazo le habla sin cesar de su Misericordia y de su Poder, haciéndole notar entre súplicas que aún no ha enaltecido a los humildes ni saciado a los hambrientos y que acaso los hombres esperan, para adorarlo, el cumplimiento de sus promesas. Lo adormece por algunas horas, arrullándolo como antaño en la humilde morada de Nazaret. Pero la Predilecta del Espíritu Santo no puede contenerlo más, sabe de sobra que no cabe pedir a su Hijo que repita la Pasión para salvar a Judas, más presentable sin duda que los traficantes de almas, pues él al menos devolvió las monedas."
"Saber dónde estamos en lo espiritual, lo que aún puede quedar de la riqueza de antaño, lo poco o mucho que podemos esperar o temer del mañana, si es que nos es dado afrontar algún mañana; tal es la tarea que hay que emprender en un momento en que se manifiestan traiciones inconcebibles, en que se han descubierto o se sospechan las artimañas más negras por doquier, ante el enorme estupor de las gentes sencillas a quienes les gustaría suponer al menos un mínimo de pudor en los políticos y en las autoridades a las que han otorgado su confianza.Y he aquí que de repente asistimos a la más trivial de las prácticas comerciales. Y sin embargo se trata de almas, de puras y simples almas, pero se tasan, se pesan, se les pone precio cual mercaderías. Las hay que están a la venta y su número causa espanto, pero sólo unas pocas tienen salida, quedándose las más sin vender. No salen las cuentas.Hay ruinosas existencias de almas de segunda mano que nadie quiere, que amenazan con atestar los almacenes y que habrá que liquidar con pérdidas, traspasándolas a los traperos, negocio fallido, pues costaron a precio de oro. Hay otras que, sin ser despreciadas por los eventuales compradores, tienen difícil colocación, no se sabe muy bien por qué. Y otras, en fin, que se pueden contar con los dedos de la mano, que no están por suerte a la venta y que despiden con cajas destempladas a los compradores, cualquiera que sea la oferta. Artículos rarísimos merecedores de premios en exposiciones universales o dignos de exhibirse en escaparates, dada la necesidad de llamar la atención de la clientela.A pesar de ser inmortales, hoy sólo se toma a las almas por mera mercancía, buena o mala, de mediana o de pésima calidad, ruinosa o lucrativa; se han convertido en materia de especulación para la mayoría y son la levadura de la astucia más aplicada, pues el diablo se aloja en el vientre de los especuladores. Se trata de un negocio tan antiguo como el mundo, pero que ha crecido extraordinariamente, generalizándose desde hace tres años por obra del ejemplo y el trato de los alemanes. No obstante, lo reitero, se necesita una profunda astucia.Se da el caso de pagar en exceso por una alma cualquiera de la que nos encaprichamos y que no podremos colocar a un chalán alemán, pues hasta los boches más brutos conocen el paño. La menor insinuación de belleza, la más mínima tacha de virtud, se les revela al instante.Otras veces creeremos aprovechar la ocasión única que proporciona el apremio de una liquidación aparente anunciada a bombo y platillo, maniobra audaz de un estratega de la especulación que inunda el mercado con cantidades increíbles de género devuelto.Comprenderemos al punto que el comercio de almas es extremadamente peligroso para el crédito. Los mismos boches pueden sentirse defraudados, pues las almas son en ocasiones mercancía viva, dispuesta a la acción y a vengarse de sus explotadores. "¿Cómo quiere que ese hombre no sea rico? -dijo alguien de Talleyrand-; ha vendido a todos cuantos lo han comprado", aunque, dicho sea de paso, cuesta mucho suponer un alma a Talleyrand, pero el término tiene alguna importancia y merece ser meditado.El inventario que imagino sin aconsejarlo a nadie es en verdad lo más complicado que hay en el mundo; tanto es así, que sólo Dios es capaz de hacerlo, justamente Dios que no tiene la condición de comerciante. Resulta incompatible con su eternidad. No teniendo principio ni fin, las operaciones a plazo le están vedadas, y no hay más que decir.Una sola vez rescató todas las almas, sin hacer acepción, y cada una de ellas a un precio exorbitante, dejándoles, es cierto, la libertad para revenderse a sí mismas cual reses desahuciadas. Asistimos hoy a la feria sin igual de las almas, en la que no podemos esperar encontrar a Dios. ¿Cómo podría Él estar presente? Con lo que se comercia es con la Sangre de su Hijo, la preciosísima Sangre de su Hijo derramada para la salvación de todo el género humano. "En mi Agonía, pienso en ti, esa gota de sangre va por ti." Esa gota que veía el pobre Pascal no es sino el precio de cada una de las almas de los hombres. Chicas o grandes, por todas ha habido que abonar un precio exorbitante. El alma de un necio o de un pillastre, el alma de un espía o de un traidor que se cree pagado con una suma ínfima, tiene un valor real infinitamente superior al de todos los mundos juntos, y Dios no tiene nada que hacer con ese populacho mercantil que le ultraja vilipendiándolo hasta el horror.Él permanece en su cielo, escuchando el cántico sobrenatural de María, el canto eterno conocido como Magnificat, con el que esta Madre que contiene su Brazo le habla sin cesar de su Misericordia y de su Poder, haciéndole notar entre súplicas que aún no ha enaltecido a los humildes ni saciado a los hambrientos y que acaso los hombres esperan, para adorarlo, el cumplimiento de sus promesas. Lo adormece por algunas horas, arrullándolo como antaño en la humilde morada de Nazaret. Pero la Predilecta del Espíritu Santo no puede contenerlo más, sabe de sobra que no cabe pedir a su Hijo que repita la Pasión para salvar a Judas, más presentable sin duda que los traficantes de almas, pues él al menos devolvió las monedas."
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